lunes, 20 de junio de 2011

MANUEL BELGRANO Y EL DIA DE LA BANDERA

BELGRANO MUERE EN MEDIO DE UNA CRISIS POLÍTICA QUE OPACA SU PARTIDA

Belgrano murió a las 7 de la mañana, en la casa de su padre, el comerciante Domingo Belgrano. Tenía 50 años. Como relata Mitre, el abogado educado en Salamanca, el hombre que había salvado la Revolución de Mayo con las batallas de Tucumán (1812) y Salta (1813), estaba en la miseria. El mármol de la cómoda de un hermano suyo, Miguel Belgrano, se usó como lápida. El ataúd de pino, cubierto con un paño negro y cal, se ubicó junto a la puerta del atrio de Santo Domingo. Belgrano le había pagado a su médico, el escocés Redhead, con un reloj de bolsillo. Otro amigo médico, Juan Sullivan —que haría la autopsia— tocaba el clavicordio para alegrarlo en sus últimas horas. Murió rodeado de frailes dominicos, familiares —como su hermana Juana— y algunos amigos, como Manuel de Castro y Celedonio Balbín.

"Triste funeral, pobre y sombrío, que se hizo en una iglesia junto al río, en esta capital al ciudadano, brigadier general Manuel Belgrano", escribió el sacerdote Castañeda en su periódico, "El despertador teofilantrópico". En junio de 1820, fue el único diario que lo recordó, en una ciudad temerosa por las tropas del caudillo santafesino Estanislao López y el entrerriano Francisco Ramírez.

El culto a Belgrano se afirmó en 1873, cuando el presidente Sarmiento inauguró la estatua ecuestre en la Plaza de Mayo. En 1887 Mitre publicó su monumental biografía. En 1903 Roca inauguró el mausoleo en Santo Domingo. Y en 1938, en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, el presidente Roberto Ortiz estableció por ley el 20 de junio como Día de la Bandera.

Más info: Clarín



Es constante el interés de Belgrano por fomentar la educación, pero lamentablemente la crisis política de la época hizo que muchos de sus proyectos no pudieran realizarse.

“…Esos miserables ranchos donde se ven multitud de criaturas, que llegan a la edad de la pubertad, sin haberse ejercitado en otra cosa que la ociosidad, deben ser atendidos hasta el último punto. Uno de los principales medios que se deben adoptar a este fin son las escuelas gratuitas, a donde puedan los infelices mandar sus hijos, sin tener que pagar cosa alguna por su instrucción; allí se les podrán dictar buenas máximas, e inspirarles amor al trabajo, pues en un pueblo donde reine la ociosidad, decae el comercio y toma su lugar la miseria”.


Belgrano propone que los niños aprendan las primeras letras, conocimientos matemáticos básicos junto con el catecismo, para luego ser admitidos por los Maestros menestrales, quienes les enseñarían su oficio, teniendo éstos la obligación de mandarlos a la Escuela de dibujo.


El cuidado de las escuelas gratuitas debía confiarse “a aquellos hombres y mujeres que, por oposición, hubiesen mostrado su habilidad y cuya conducta fuese de público y notorio irreprensible”. El Consulado debía velar sobre “las operaciones de maestros y maestras”, comisionando a tal efecto a dos consiliarios.

Otro punto de importancia era el de la distribución de los establecimientos. Belgrano manifestaba lo siguiente; “Estas escuelas debían ponerse con distinción de barrios, y debían promoverse en todas las ciudades, villas y lugares que están sujetas a nuestra jurisdicción, comisionando para ello a los diputados, y pidiendo auxilio al excelentísimo señor virrey, a fin de que comunicase sus órdenes para que todos los gobernadores y demás jefes cooperasen a estos establecimientos tan útiles”.

Al estudiar estos proyectos que Belgrano presentara en 1796, al igual que los conceptos que sobre educación expusiera en el Correo de Comercio en 1810, Antonino Salvadores considera a Belgrano como “el verdadero propulsor de la educación, el verdadero padre de la escuela primaria argentina, pues él dio a la revolución la fórmula concreta de política educacional un cuarto de siglo antes de que Rivadavia iniciase las fundaciones que le han dado justo renombre’’.

En 1813, la Asamblea Constituyente, a raíz de la victoria de Salta, dona a Belgrano la cantidad de 40.000 pesos. Este los destina a la fundación de cuatro escuelas; en Tarija, Jujuy, Tucumán y Santiago del Estero, y elabora un Reglamento, que debía regir en las mismas. Belgrano presentó a consideración del gobierno el Reglamento.

Más info: Manuel Belgrano

Invito a los lectores introducirse en los link donde abunda material que nos hace pensar que en todo tiempo hubo indiferencia hacia aquellas personas que lucharon por llevar al pueblo el conocimiento en miras del enriquecimiento espiritual. Conocimiento que ante la inminente Nación que se estaba gestando era imprescindible. La labor de Belgrano fue completa en todos los sentidos, vencer al enemigo por medio de las armas y vencer al otro enemigo el analfabetismo por medio de la instrucción. Llevó tiempo el reconocimiento y me parece que aún no es valorado como debería.

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