domingo, 21 de agosto de 2011

DON JOSÉ DE SAN MARTIN QUE NACIÓ EN YAPEYÚ Y MURIÓ EN FRANCIA

SU INTENCIÓN FUE VOLVER A SU PATRIA
 En marzo de 1829 llegó a Buenos Aires y como la guerra civil entre Unitarios y Federales pugnaban por el poder desalentado decidió marcharse del país  con su hija.

El general Juan Lavalle tras derrotar y fusilar al gobernador Manuel Dorrego le ofrece la gobernación a San Martín pero éste no acepta porque considera que debía optar por un partido u otro.
 Respondió a Lavalle que: «el general San Martín jamás desenvainará su espada para combatir a sus paisanos».
Posteriormente se trasladó a Montevideo, donde permaneció tres meses, para finalmente volver a Europa.

En 1831 se radicó en Francia, en una finca de campo cercana a París. Por esos años tiene lugar su afortunado encuentro con su antiguo compañero de armas en el ejército español, Alejandro Aguado, marqués de las Marismas del Guadalquivir, quien, convertido en un exitoso banquero, designó a San Martín tutor de sus hijos, con una generosa paga. Tres años más tarde y gracias al dinero ahorrado trabajando con su amigo y gracias a la venta de las fincas con que lo habían premiado el gobierno de Mendoza y el de Perú, se mudó a una casa que compró en Grand Bourg.[21]

Muere el 17 de agosto de 1850, sus restos fueron repatriados el 28 de mayo de 1880 cuando fueron conducidos a Buenos Aires por el vapor transporte Villarino en su viaje inaugural, arribando en una masiva celebración pero en vísperas del estallido de la revolución de 1880.

Tres días después, el conflicto se agudiza y el 2 de junio el presidente Avellaneda se marcha al vecino pueblo de Belgrano (hoy Barrio de Belgrano), al que erigirá en capital provisoria de la Nación. Paralelamente, se entabla la lucha armada y en pocos días habrá cientos de muertos y heridos. Mariano Acosta, (presidente de la Comisión de repatriación) vive por esos días el tremendo conflicto surgido en el espíritu de quien es integrante del Gobierno Federal y, a la vez, porteño por nacimiento y autonomista por militancia.

San Martín deja dicho en su testamento:


San Martín testa por tercera vez y definitiva el 3 de enero de 1844. Al hacerlo señala decisiones, órdenes y mandas: que se suministre una pensión a su hermana María Elena; que su sable sea entregado al general Juan Manuel de Rosas; que no se le hagan funerales; que su cadáver sea conducido directamente al cementerio sin ningún acompañamiento; que se devuelva al Perú el estandarte que el creía ser de Francisco Pizarro. En la cuarta cláusula testamentaria se suceden una prohibición, una disposición y un deseo. Aquélla se refiere a la no realización de funerales, como ya se ha dicho; la disposición, también ya mencionada, a que sus restos sean conducidos sin acompañamiento al cementerio. Por último, “desearía que mi corazón fuese depositado en el de Buenos Aires”.

Según investigaciones transcriptas en el Instituto Sanmartiniano, los restos no fueron repatriados antes por decisión de su hija Mercedes, que continuó viviendo en Francia hasta el día de su muerte el 28 de febrero de 1875.

1 comentario:

Mabel dijo...

Un verdadero ejemplo fué nuestro procer.Por suerte ya descansa en la Patria.Un abrazo